¿Por qué me gusta Apocalypse Now?


¿Por qué me gusta Apocalypse Now?

Alguna vez cuando escuchamos el título ‘director de cine’ ha venido a nuestra mente la imagen del hombre barbudo que grita bajo la lluvia a su equipo que sigan rodando mientras caen rayos en el set, pero en el rodaje de Apocalipsis Ahora se cruzaron todas las expectativas, haciéndola una película especial. Este jueves vi la película de Francis Ford nuevamente después de haberla visto hace casi un año por primera vez, y luego de verla decidí que quería escribir algo, ya que la primera vez que la vi sentí algo que no había sentido al ver ninguna película y me emocioné casi tanto como cuando fui a ver Toy story 3 al cine. Me sorprendí a mí mismo riéndome del paro cardiaco de Martin Sheen en el rodaje y del delirio que fue toda la grabación. Dije: “de verdad me gusta todo en esta película”, por eso hoy traigo: Porqué me gusta tanto Apocalypse now.

Para el que no lo sabía, Martin Sheen el protagonista de Apocalypse Now, sufrió un paro cardiaco en medio del rodaje de la película, lo que es pintoresco, porque al actor se le detuvo el corazón en medio del que ya era considerado el rodaje más difícil de la historia. Uno se imagina el set de la película en Indonesia con unos quince helicópteros levantando tierra y haciendo ruido por todos lados, barcos, surfistas, explosiones, soldados con fusiles, incendios, bengalas, modelos playboy, indios con flechas y hasta tigres, y uno se pregunta si al momento del ataque al corazón ya habían grabado la escena del tigre. De cualquier forma, la cara de Martin Sheen durante toda la película muestra que lo único que quería era acabar su tarea lo más pronto posible e irse a su casa en Estados Unidos, igual que el capitán Willard.

El rodaje más duro de la historia duró más de un año y medio, costó más de catorce millones de dólares y fue financiado en su totalidad por el propio director, y si las exuberancias del rodaje no acarrearon un problema de salud para Coppola seguramente si lo hizo el rollo de papel fílmico con más de doscientas horas de grabaciones que recogían lo grabado en año y medio. Por esa cantidad de registro es que hoy se puede ver tres o cuatro versiones de la película; que la versión original, la versión larga, la versión del director… En definitiva, la versión más aceptada por la audiencia es la versión final que se presentó a finales de los noventas y que incluye una gran cantidad de escenas y momentos que dan en su recopilación para que la película dure más de dos horas veinte.

Pese a los problemas, la película se convirtió con los años en la más aclamada película bélica de la historia y trajo consigo con culto de fanáticos que se vieron atraídos por su ambiente surrealista y los temas que trata.

La historia

El capitán Willard es enviado por las fuerzas armadas en lo que parece la inteligencia del ejército de Estados Unidos a una misión secreta en el medio de la selva de Vietnam. Para ello el capitán deberá atravesar varias zonas del conflicto en las que será testigo y protagonista de los hechos de guerra más surrealistas que caben en la imaginación.

Esta misión tendrá impacto en la forma de ver el mundo que tiene Willlard, ya que verá cosas que van en contravía de lo que estamos acostumbrados a ver como normal; contradicciones e hipocresías del ejército de un país que libra una guerra cada vez más absurda. Pero hay que iniciar por el principio.

En la primera escena vemos como Willard está en su habitación en un hotel de la capital de Vietnam simplemente pasando el tiempo, mientras unas imágenes nos muestran una panorámica de la selva que es bombardeada, y encima de esa, una imagen de un ventilador de techo que se confunde con las hélices de un helicóptero que corta la cara de Willard por la mitad. El sonido de las hélices se acelera y ralentiza al tiempo que entra y sale de la mezcla de sonido y en el fondo empieza a sonar la canción The end de The doors para dar paso a imágenes de explosiones y de Willard deambulando como un lobotomizado por su cuarto.

Se interrumpe la escena de la habitación con un llamado del ejército para su misión, Willard deberá asesinar a Kurtz, un excoronel que traicionó a su país y se internó en la selva con una comunidad indígena que lo venera.

El coronel Kurtz convenció a los indígenas de que es un mesías, y ahora vive como un jerarca que usa su poder para el mal, los detalles y los espacios de muestran dejan un mal sabor de boca que a la vez seduce al espectador que no puede creer de lo que es capaz de hacer Kurtz. En su reinado con los nativos ha establecido una comunidad de cientos de personas que viven en la orilla del rio en lo más profundo de la selva y que, siguiendo su palabra, cometen sacrificios. Los sacrificios tienen lugar en un tipo de plaza en medio de asentamiento mientras Kurtz se dedica a sus introspecciones en la cima de una construcción, enviando cartas, grabaciones y leyendo poesía en voz alta.

Lo más atractivo de la película es el confrontamiento de la ideología de Kurtz con Willard, pues se nos presenta por primera vez a Kurtz por medio de una grabación que genera rechazo y repugnancia por las cosas que dice, pero con el transcurso de los hechos la película nos va transportando en el espacio hasta el lugar de Kurtz. En los últimos treinta minutos Willard llega al asentamiento de Kurtz y logramos oír lo que tiene para decir.

Cuando llegamos a la guarida de Kurtz parece casi justificado su comportamiento, pero cuando lo escuchamos hablar casi nos ponemos de acuerdo con su postura, ya que durante las casi dos horas y media de cinta hemos visto incontables asesinatos absurdos e injustos, también personajes con prácticamente nulo aprecio por la vida de otros y humillaciones a personas en muchas formas. Las cartas de la muerte, el encuentro con las conejitas Playboy, la batalla nocturna en el puente y ni hablar de la muerte de los campesinos vietnamitas en su bote son todas escenas que nos preparan para el gran monólogo de Marlon Brando.

Entonces, el monólogo de Brando funciona como un elemento para terminar de convencernos de su ideología, o casi. Si hablamos de que la película va moviendo en el espacio a Willard hasta Kurtz entonces el monólogo inicia de manera maravillosa, con una anécdota de la infancia del personaje de brando. Kurtz y Willard son de la misma ciudad de Estados Unidos y conocen el mismo río donde Kurtz iba a jugar de niño. Kurtz le cuenta que le gustaba mucho jugar allí porque era agradable y se sentía bien en su hogar, en ese momento nos damos cuenta de que Kurtz es como Willard. No es una persona absolutamente extraña para Willard cuyo comportamiento sea imposible de comprender o alguien malo y loco porque sí, es alguien que estuvo en el mismo lugar que él y la película lleva tres horas demostrándolo. Y ahí es cuando llega el momento que se va a quedar grabado en la mente de millones de personas, la descripción del horror que hace Brando. Kurtz está completamente enloquecido y su razonamiento seduce tanto a la audiencia como a Willard, quien se da cuenta que no es pero que podría llegar a convertirse en Kurtz. De esta forma, el monólogo aparece como un milagro durante el rodaje, causando sorpresa, pues era improvisado.

El monólogo de Brando fue completamente improvisado, pues cuando llegó a Indonesia no había leído ni una palabra del guion ni del libro, y cuando se sentó a practicar con Coppola decidieron que lo mejor era improvisar y filmar varias tomas muy largas hasta que dijera algo que sirviera. Y como Brando es un gran actor hizo un monólogo que será recordado como de los mejores, que dio paso a la escena final.

Lo que parecía un obstáculo más para la filmación se convirtió en algo positivo que ayudó a la película, y luego de que grabaron el monólogo procedieron a grabar el final, que tampoco sabían como hacer pero que también salió espectacular (Coppola no sabía si lo mejor era que Willard matara a Kurtz y se quedara con su puesto en la comunidad o si era mejor que lo matará y luego se fuera de vuelta a casa, y en lo personal ambos finales me parecen igual de atractivos porque lo más difícil ya se había hecho. Se había logrado convencer al espectador del discurso de Kurtz y la dialéctica entre el bien y el mal estaba pendiendo de un hilo), pues esperaban filmar la escena final en un lodo de pocos centímetros de profundidad que había en el set, pero por una intensa lluvia el charco se había convertido en una piscina donde cabía Martin Sheen. Entonces el capitán Willard se escabulló entre las plantas, se metió al agua y sacó apenas los ojos para esperar la caída de la luz de los rayos y el agua de lluvia en su cabeza. Cuando salió del agua subió unas escaleras y entró a la construcción donde estaba Kurtz, agarró un cuchillo y la toma pasó a otra donde una vaca a punta de machetazos cae al suelo. Primer plano de Brando: “The horror, the horror”. Una vez más la improvisación se volvió icónica. Y con eso y la salida de Willard de la playa finaliza mi resumen de Apocalypse now.

Relfexiones

Esta película me hizo sentir el sentimiento de que descubría una nueva forma de ver películas que solo recordaba haber sentido cuando vi Toy story 3 en el cine a los nueve años, porque a esa edad disfruté del hecho de lograr entender lo que estaba viendo. Esta película me gusta porque durante las tres horas que dura se preocupa en hacerte sentir como un soldado más en Vietnam y no se ahorra extravagancias como la música clásica de los helicópteros, la calidez excesiva de la imagen o la violencia. Una película categóricamente para adultos que además resalta por ser poco común en la categoría de cine bélico.

Es muy sencillo identificarse con un niño que abandona su juguete porque está llegando a la adolescencia, porque todos hemos pasado por eso, pero el reto de las películas bélicas es hacerte entender lo que siente un soldado y creo que ese es el gran logro, explicar desde la mentalidad estadounidense esa frustración de ciudadano común. Y sobre lo del director, creo que la historia que está detrás de la historia me conmueve porque representa todos los valores de una persona que se maravilla con las películas y que quiere hacerlas.

Alguien que se maravilla con el cine siente frustración al ver la metodología de producción del cine actual. Si bien el cine desde sus inicios es una industria para amasar fortunas y llegar a la gran audiencia, hay cierta romantización de la idea del cine independiente para exaltar historias alejadas del populismo que hablen de verdades incómodas de la sociedad. No es la historia del capitán América, que utiliza elementos que sacuden al mundo como la segunda guerra Mundial o los Nazis para decorar la legenda de un superhéroe, es la historia del capitán Willard; un hombre normal cuyo corazón no es rojo puro, sino que tiene pedazos negros y que también ha hecho cosas horribles, que es un humano. Coppola gastó más de catorce millones de dólares de su propio capital para contar esta historia, lo que ocurrió durante la grabación fue la locura; un paro cardiaco, un delirio que obligó al director y a su equipo a preguntarse: ¿por qué nos metimos en esto? Y pienso que es la pregunta que deben hacerse todos quienes van a hacer una película: ¿Por qué esta y no otra?

 

Juan Pablo González Bogotá

 

Adiós vaquero

 


 



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